7º-. La Iglesia
“Trescientos metros más allá, varga abajo, estaba la iglesia, de piedra también, sin un estilo definido, y con un campanario erguido y esbelto. Frente a ella, los nuevos edificios de las escuelas, encalados y con las ventanas pintadas de verde, y la vivienda de don Moisés, el maestro.”
“Don José, el cura, que era una gran santo, a pesar de censurar abiertamente a Paco, el herrero, sus excesos, sentía hacia él una secreta simpatía. Por mucho que tronase, no podía olvidar nunca el día de la Virgen, aquel año, en que Tomás se puso muy enfermo y no pudo llevar las andas de la imagen. Julián, otro de los habituales portadores de las andas, tuvo que salir del lugar en viaje urgente. La cosa se ponía fea. No surgían sustitutos….Fue entonces cuando se presentó humildemente, en la iglesia, Paco, el herrero. Señor cura, si usted quiere, yo puedo pasear la Virgen por el pueblo. Pero a condición de que me dejen a mí solo-dijo…”
“Y la Virgen recorrió el pueblo sobre los fornidos hombros de Paco, el herrero, a paso lento y haciendo cuatro paradas… y de regreso, en el atrio de la Iglesia, donde se entonó como era costumbre, una Salve popular…”